Quién sabe la de veces que habré intentado encontrar mi camino en el mundo. Esa es una gran palabra que me define: desorientada. Nunca sé dónde quiero ir ni qué dirección es la correcta... pero siempre acabo dónde debo estar. Soy una cabeza loca, no tengo otro nombre. A veces, me parece hallar la manera de hacer bien las cosas... pero no, huyo. Me gusta que todo sea un lío de cosas sin sentido... dónde perderme yo misma. Y aunque a veces me frustre y diga que me gustaría poner un poco de orden a mi vida, miento... o me engaño a mí misma. Porque soy feliz dentro de este caos.
Me odio por ser una nostálgica y una melancólica en potencia... pero me encanta la sensación irremediable de tristeza que ambas provocan. Cuando siento dolor... me siento tan viva (sé que suena un poco masoquista). La de veces que he llorado frente a mí ventana o junto a la almohada. Soy rara. Y me gusta serlo, porque me hace especial. Sé que todo el mundo no es igual, y que gracias a esas particularidades propias todo el mundo es raro. Porque todos somos diferentes. Concluyo diciendo que consecuentemente... todos somos especiales.
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